
Poema del mes
El mundo no era digno de ellos
Heb 11, 38
Si es verdad tu presencia, si no mienten tus ojos ni tu sonrisa blanca, comprendo que este mundo te resultara extraño, que no tuvieras tiempo suficiente para encontrar razones a tu existencia rota. Si es verdad tu presencia, si no mienten tus ojos, lo que nunca comprendo es por qué sonreíste después de haber mirado al cielo y a la tierra y ver con esos ojos que aquí es donde vivías. Fue imposible saber nada de nada, nada de ti y nada de nosotros, e imposible saber quién fue más débil. Más justa fuiste tú, más dócil al destino inevitable que espera a toda rosa y que tanto se olvida. Por un día creí que la belleza tenía verdadero cuerpo humano y estaba a nuestro alcance poseerla de lleno (olvidaba el destino de la rosa). No me atrevo a negar que sea posible, pero tú me convences de que no en este mundo. Si es verdad tu presencia, si no mienten tus ojos ni tu sonrisa blanca, hubiese sido injusto, imperdonable, que fueras posesión de un solo hombre hecho del mismo barro que nosotros.
(De Años de prórroga, 2005)