Poema del mes

Nuestra vida es un río (se dijo ya hace mucho,
y lo que no se dijo, lo digo yo aquí ahora).
Nuestra vida es un río de llantos sinuosos
que van pasando siempre lentamente,
refrescando las márgenes, dando vida a los bosques
y a veces dando fruto desde su cauce amargo.

Nuestra vida es un río que corre como un chorro
cuando va en línea recta,
aunque entonces quisiera demorar su andadura
y retrasar la curva del próximo meandro,
y ser tan sólo un chorro que simplemente corre
sin apenas cansarse.

Nuestra vida es un río que dura lo que dura su transcurso,
un río que quisiera ser río para siempre,
un río de agua viva que tiende a desbordarse
aunque a veces carezca del agua necesaria
para seguir corriendo.

Nuestra vida es un río que busca enriquecerse
con cuantos afluentes acudan a su paso,
y a veces sólo afluyen aguas turbias
y tiene que tragarse todo el barro de golpe.

Nuestra vida es un río que ignora cuánto dura su corriente:
sólo sabe que corre y debe correr pura,
pues mientras corre puede purificar sus aguas.

Nuestra vida es un río que acaba cuando acaba de ser río
y ya no puede nada,
aunque todo lo pudo en su transcurso.

(De Nueva estación, 2007)