Poema del mes

Rescatar el amor entre la carne
será un empeño vano y asesino.
¿Cuándo me enamoré sin ver tu cuerpo?
¿Cuándo te imaginé sin ver tus ojos
brillando entre la noche más oscura?
Y tus palabras,
¿cuándo las pronunciaste sin tu boca?
Sólo te podré amar aquí, aquí mismo,
aquí donde se enredan nuestros cuerpos, 
donde nuestras dos almas se evaporan,
se expanden, se agigantan porque hierven
al fuego que nos funde y nos rehace.

Si te hablan de un amor espiritual,
diles que les prediquen a los ángeles:
aquí todo lo vivo hay que palparlo,
hay que tenerlo cerca y retenerlo;
morderlo si hace falta. Y hace falta.
No sólo de palabras vive el hombre:
las palabras sin pan no significan,
los signos por su cuenta no transmiten;
necesitamos realidad, sustancia.

Y nuestra realidad es que somos hombres,
palabras que nos hablan por su cuerpo,
palabras que decimos y cumplimos:
si sólo las decimos, no hay palabras. 

(De Nueva estación, 2007)