Poema del mes

Era a primera hora de la tarde,
en medio del silencio de la siesta.
Yo daba mi paseo de los sábados
frente al mar invernal de nuestro pueblo.
En la roca más alta
un hombre de mi edad (¿o era más joven?)
comía ante la furia de las olas,
mirando al mar, mirando lo imposible.

Yo no lo conocía, 
pero sentí la urgencia de advertirle
que era muy peligroso, ¡una locura!,
bañarse en esas aguas.
Las olas estallaban con crudeza
bajo sus pies. Las olas le avisaban
de que el mundo, la vida,
terminan allí mismo.

El hombre dio un bocado
cubierto por la espuma de la ola más alta
y más violenta. 
Con sus dos manos se cubrió la cara:
no sé si era la espuma o eran lágrimas
lo que quiso secarse.

Quise ofrecerle ayuda y otra ola
lo mojó por completo.
Pero él siguió sentado sobre la misma roca
y lo dejé allí solo.

(De El corazón y el mar, 2020)