
Poema del mes
Al mirar la textura de esta piedra, su callada verdad tan innegable, late mi corazón de amor por ti y en mis ojos reluce tu hermosura. Al tocar la resina de este pino, la voz tan ancestral de su madera, toco el mayor misterio de este mundo: crece mi devoción por lo que existe. Y al batirme en las olas de la playa, siento inmediatamente que soy uno con todo lo que miro y lo que palpo: sobre todo, contigo. Porque ni tú ni yo vivimos sólo por la perfecta unión de las palabras que expresan el mayor de los deseos: tú y yo seguimos vivos, nos amamos, porque siempre pisamos estas piedras, miramos y aspiramos azahares de la finca vecina; sumergimos y unimos nuestros cuerpos en las aguas profundas y bravías de este mar. Este mar, que no sólo es elemento del paisaje ideal de nuestra vida, sino materia misma del vivir. Pues sin materia el alma no respira. Y sin luz y sin aire no habría cielo. Y sin nosotros dos estas paredes y este mar y esta tierra serían otros.
(De Cuerpo humano, 2024)